domingo, 11 de julio de 2010

La Fuente del Jardín Principal



El centro de Nopala no ha tenido siempre la apariencia que hoy le conocemos. Ha sufrido diversas transformaciones, unas afortunadas, otras no tanto. Aún hoy podemos notar las huellas de estos cambios. Para muestra, basta un botón.

Lo que conocemos hoy como Plaza Cívica en realidad formaba parte de un espacio cuadrangular denominado Plaza de la Constitución. Alrededor de ella y, en el último tercio del siglo XIX, se construyeron los portales "De la Consitución", "Del Ynmoral Hidalgo" y "Cinco de Mayo". Al centro, varios centímetros por debajo del nivel que se observa en la fotografía, estaba la Fuente, abastecida con el agua del "Tanque del Curato".

Cuando el Presidente Municipal Don Raymundo Salgado construyó el Jardín Principal, colocó la Fuente por encima de una gran plancha cementada. Rodeado por pilastras coronadas con faroles y por largos bancos donados por vecinos del municipio, llegó a ser el orgullo de los lugareños.

Para entonces apenas quedaba huella de las primeras lámparas con que se iluminaba la Plaza.

Corta vida tuvo el Monumento a Vicente Villagrán, héroe epónimo de Nopala, (donde se planeaba depositar sus restos morteles), levantado en el costado Norte de la plaza durante el período del Sr. Antonio Rivera.

En una época más cercana se elevaron los prados para "estar a tono" con los jardines que se multiplicaban por todo el estado de Hidalgo, y se construyó un foro para eventos cívicos y culturales. Remató la pilastra de la Fuente una "flama" en piedra roja.

Ya con el impulso a la charrería como "deporte nacional", despareció el jardín, sustituido por la Plaza Cívica Coronel Nicolás Romero que hoy conocemos de sobra y la Fuente migró al costado Sur, esta vez "adornada" con unas ranas de cantera.

Así, hoy tenemos: una plaza dentro de otra plaza, los restos del Coronel Vicente Villagrán -que da nombre al pueblo y municipio de Nopala-, sin un monumento y relegado a un lugar secundario en nuestra memoria y los del Coronel Félix Olvera en una tumba olvidada que amenaza ruina.

Ironías de la vida, por decirlo de alguna manera.

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