lunes, 30 de agosto de 2010

Rompecabezas I

La investigación histórica documental no está exenta de sorpresas. Y para muestra, basta un botón.

Al acudir a los archivos municipales y parroquiales en busca de las huellas dejadas por nuestros ancestros hallamos un verdadero "rompecabezas", un laberinto en el que, a veces, desearíamos no habernos metido, sobre todo cuando de nombres y apellidos se trata.

Distingamos primero entre el nombre propio, el nombre de Pila y el nombre conocido. Utilizo el concepto de "nombre propio" para referirme al nombre asentado en el Acta de Nacimiento; el "nombre de Pila" para el que aparece en los Registros Parroquiales; y, finalmente, el "nombre conocido" para aquél que usamos cotidianamente. Pueden confluir en uno solo, pero no siempre es así. Veamos un ejemplo.

Por los relatos de mamá yo sabía de dos tíos, gemelos, hijos de Valente y Delfina: Gilberto y Baltazar Callejas Aranzolo. Ignorando su fecha de nacimiento y enterado de que celebraban su onomástico el 20 de noviembre, decidí buscar su Acta de Nacimiento y su Registro de Bautismo.

¿Melchor o Gilberto?

Así localicé el Acta de Nacimiento número 65, del 29 de noviembre de 1884, donde bien claro se lee que "el ciudadano Valente Callejas...presentó dos niños gemelos que nacieron el veinte del actual... a quienes puso por nombre Félix y Mauro (!!!)... hijos legítimos...del comparente y de la Señora Delfina Aranzolo".

"Bueno me pensé, los habrán bautizado como Gilberto y Baltazar". Sólo era cuestión de buscar los registros parroquiales. ¡Qué equivocado estaba! De manera casi fortuita, hace poco hallé una serie de fotografías en microfilme que me permitieron evitar una búsqueda tediosa y quizás prolongada.

Dos asientos consecutivos 224 y 225, del año 1884, dan cuenta del bautismo, el 26 de diciembre, de José Melchor Feliz Estevan (sic) y José Valtazar Edmundo Sosimo (sic), hijos legítimos de "Valente Callejas y Delfina Aranzolo, ambos de "36 días de nacidos", lo que los ubica precisamente ¡el 20 de noviembre!

Años más tarde, el abuelo Gudelio se encargaría de heredarnos otros "dolores de cabeza" al registrar a sus hijos y nietos... pero esa es otra historia.

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